Sin pensarlo ni planificarlo

Con sus 7 años y una inmensa curiosidad Cata me pidió conocer un templo.

Allí fuimos de la mano de una gran amiga que acompañaba todos los viernes a su hijo quien se estaba preparando para hacer su Bar Mitzva.

Bet Hilel fue acogedor desde el primer momento. Cat se sentó en esa gran butaca con resortes que la “abrazo y atrapó” (literalmente) tengo registro fotográfico de aquel instante.

Con un libro pesado entre sus manos, la sorpresa al invertirlo, el asombro al mirar aquellas letras que simulaban siluetas tan elegantes.

Magia, pura magia.

¡Quiero estudiar hebreo mamá!, dijo esa noche.

Así fue como supimos de Ofakim y Cat con gran entusiasmo espera semana a semana ese encuentro.

Virtual, presencial ¡todo fluye!

Los niños son esponjas, todo lo absorben y lo que no logran asimilar les despierta más y más curiosidad.

Ganas de aprender.

Felices de ser parte de esta comunidad, agradecidas por la labor que hacen genuina y amorosamente cada uno de sus profes.

Cantan, bailan, se divierten, aprenden historia y el alefbet es un desafío apasionante.

Cómo madre me siento feliz, lejos de imponer dejé que su propia sangre y curiosidad la guíe y pueda hacer su propio camino.